jueves, 11 de mayo de 2017

Orgullo y prejuicio

Durante los últimos años de mi vida reconozco que estaba perdida y que realmente no sabía que quería del mundo. De esto nadie tiene la culpa, o quizás si, pero estoy en una fase en la que me he propuesto aprender de mis errores y mejorar.

Inseguridad, dependencia, miedo a la soledad, baja autoestima, no tener ganas de salir, confundir sentimientos o confundir emociones, fueron muchas de las consecuencias​ de no quererme una mierda y de perderme en un montón de situaciones negativas.

Pero siempre hay algo que te hace salir del agujero. Amor, miedo, familia, sueños, supervivencia o orgullo. Y en mi caso ha sido orgullo. Alguien me dijo una vez que si había salido adelante había sido por orgullo, al principio me dije a misma que eso eso no podía ser bueno y que quizás fuese algo de autoengaño, pero cambiar de idea no es ser voluble es evolucionar.

Reconozco que los últimos meses han sido como un placebo, un estado en el que he salido de una relación a otra sin tener ni un segundo de espacio para analizar el porqué de todo. Siempre me he culpado a mi misma, que si aguanté mucho, que si no valgo, que si mi trabajo es una mierda, es que no pienso... Pero esta vez ha sido diferente.

Esta vez ha sido el orgullo quien me ha levantado, no he sido yo quien he abandonado a nadie (por lo menos no esta vez), no he sido yo quien se ha rendido, no he sido yo quien busca culpables y no he sido yo quien se ha metido en una relación sabiendo que la otra persona iba a tener momentos de dependencia, dudas e inseguridades.

Si alguien me deja adiós. Puedo entender muchas cosas, pero ya va siendo hora de que me entiendan a mí.

Lo mejor es que por este orgullo, me he dado cuenta de que no necesito a nadie para ser feliz y de hecho no me autoengaño, me he reído está semana hasta el punto de que me duelen las abdominales. Y no por reírme de nadie, si no por reírme con alguien.

Orgullo de no permitirle a nadie más verme llorar, orgullo de no rendirme nunca más, orgullo de no dejarme caer por mis amigas, orgullo de no ceder a niveles increíbles, orgullo de saber que lo estoy logrando por mi y no por nadie, orgullo de no estar pendiente como un perro de alguien me responda y que aún encima se estrese, orgullo de poder ser yo.

Si ayer escribía que lo primero con lo que iba a luchar era mi dependencia emocional, hoy lo corroboro. Lo hago aunque sea por orgullo.

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