miércoles, 17 de mayo de 2017

Realidad

Decía Joaquín Sabina aquello de que tardo en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches. También decian los psicólogos que evadirse de la realidad no es bueno ni lleva a la felicidad, pero no estoy del todo de acuerdo, a fin de cuentas todo lo que nos gusta es evasión: cine, música, sexo, alcohol, drogas... ¿Porque vivir en un mundo con una realidad dolorosamente brutal?

En estos momentos siento como si en mi interior existiesen dos o tres yo diferentes.

El que sonríe y transmite a los demás alegría, ese que quiere salir, que ha vencido las ganas de enterrarse en una cama, ese que perdona y se perdona, el yo que se atrevió a romper todo su mundo, el yo que gana por el día.

También existe el yo nocturno, el de las pesadillas, el que tiene un nudo en el estómago cuando analiza el pasado y quizás no es un nudo por el pasado más reciente, si no por el de hace unos meses. El yo que no teme a la soledad si no a la adición de estar con alguien por escaparse de la realidad, el yo que ve que ser feliz puede ser una evasión, el de los 19 días y 500 noches.

Y el tercer yo, el que une a los dos anteriores y estabiliza la situación, el que se atreve a pensar en futuro, el que no se tortura cual romántico del siglo XIX, el que diseña este blog según va evolucionando. Primero un paso y luego otro. El yo que dice descansa de la euforia y descansa del vacío.

Estar segura de una misma no es no tener dudas. Ser valiente no es no tener miedo. Ser libre no es hacer lo que uno quiere. La valentía es enfrentarse al miedo, la seguridad es la conciencia de saber que se debe y se puede evolucionar y la libertad es elegir que hacer de forma coherente y analizando los daños propios y ajenos.

Tardaré en olvidar 500 noches, pero lo que realmente quiero hacer no es olvidar si no aprender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario